Lista pavimentación de Mar Mediterráneo en Costa Verde de Boca del Río
XALAPA, Ver., 23 de abril de 2015.- Claudia Medina Tamariz es una veracruzana que convirtió su miedo en coraje para salir de la cárcel y denunciar que los marinos entraron a su casa por ella y su esposo, que los acusaron injustamente de liderar un grupo delictivo y hacerla confesar delitos que no cometió; las torturas físicas y amenazas de agredir a su familia lograron que se presentara como una delincuente ante la prensa.
En su reencuentro con los medios de comunicación, pero ahora para hacer pública su historia de violaciones, la originaria del puerto de Veracruz se presentó en el foro Tortura Sexual: Realidades que También Viven las Veracruzanas para compartir y recordar una cruel experiencia con fechas y detalles.
El 7 agosto de 2012, elementos de la Marina-Armada de México, adscritos al estado, se meten a mi domicilio; sin una orden, sin decirme el motivo fui detenida. Entraron a mi casa con lujo de violencia, rompieron la puerta de mi recámara, me tiraron al suelo, me vendaron los ojos y amarraron las manos hacia la espalda.
Me sacaron de mi domicilio en ropa de dormir; tenía un short tipo bóxer, una blusa ligera y me encontraba sin sostén. Estoy segura que me llevaron a su base naval porque escuchaba cómo aterrizaban y despegan los aviones, y la zona naval se encuentra a un lado del aeropuerto.
Me pasaron al área médica para preguntarme si tenía alguna lesión o enfermedad; me subieron a un segundo nivel del edificio y conmigo se quedó una persona que empezó a preguntar si era integrante de un grupo de la delincuencia, a lo que yo respondí que no, que me dedicaba a la venta de productos naturistas, y me empezó a insultar, a bajarme la blusa y jalarme los pezones, yo pedí que no lo hiciera, me hacía a un lado, pero seguía tocando mi cuerpo mientras yo escuchaba música muy fuerte y también gritos.
De ahí otra persona pidió que me sentaran en una cama de doblar y me dijo: “no te hagas pendeja, ya sabemos que perteneces a un grupo de la delincuencia del estado de Veracruz”. Yo pedía que me investigaran en la empresa donde trabaja, yo tenía mi membresía, pero sólo me dijeron que me convenía hablar y que aceptara que yo me dedicaba a la delincuencia; como no quise, me pasaron a un cuarto.
Yo iba descalza. Me sentaron en una silla de metal y amarraron mis pies a cada pata de la silla, me sujetaron los brazos hacia atrás, y de ahí me pusieron cables de electricidad en un dedo de cada pie, me aventaron una cubetada de agua y pusieron la música. Ahí me di cuenta que el volumen de la música subía tanto como la descarga eléctrica, y cuando está muy alto, uno dice, ya no puedo, así estuve entre media hora y 40 minutos.
Cuando se detenían me ponían salsa picante en las fosas nasales. Tenía los ojos vendados y la boca tapada, ni siquiera podía gritar, sólo podía respirar por la nariz, yo sentía morirme. De ahí me levantaron, me envolvieron en un plástico, me tiraron al suelo, me golpearon, patearon, brincaron encima de mí y seguían las descargas eléctricas, entonces les dije estoy embarazada, para que se detuvieran.
Llamaron a la médico legista, me pidieron una muestra de orina que no podía darles porque ya me había orinado, me amenazaron con más descargas y como pude les di la muestra que analizaron. Yo sabía que era mentira, que la prueba saldría negativa, y cuando regresaron me dijeron: ¿por qué nos quieres agarrar la cara de pendejos? ¿Quieres estar embarazada de verdad?, ahorita vas a conocer un hombre.
Otra vez vinieron los golpes, las descargas y cuando me quedo sola con una persona, este hombre rompe el hule por la zona de mi vagina y empieza a introducir sus dedos. Yo le rogué que no lo hiciera y se detuvo cuando llegó otra persona para dar nuevas instrucciones. Me levantaron, me quitaron el plástico y de ahí me sacaron en la silla hacia el patio para quedar expuesta al sol parte del mediodía y toda la tarde. Yo sentía morirme, estaba mojada, adolorida, que se me desprendía la piel de tanto sol.
Después llegó una persona que me preguntó ¿sabes lavar ropa?, respondí que sí y me llevó a lavar toda la ropa. Siempre permanecí con los ojos cerrados. De ahí me pasaron a las regaderas para que me bañara, me dijeron estás muy cochina y otra vez me empezaron a insultar, hicieron que me quitara la ropa y me bañara frente a ellos mientras se burlaban.
Al final me dieron una ropa y con ella salí ante los medios de comunicación. En la zona naval estuve 36 horas y fui puesta a disposición de la Procuraduría General de la República (PGR) el 8 de agosto, y antes de llegar al Ministerio Público me amenazaron con hacer que mis tres hijos pasaran por la misma tortura, si yo no me declaraba integrante de la delincuencia organizada.
Así que se presentó ante los medios, junto con su esposo y otros cinco desconocidos. Al frente una mesa que exhibía las armas y equipos asegurados: granadas, drogas, armas de fuego, celulares, su cartera y su laptop.
Sin un abogado, Claudia fue trasladada al Centro Preventivo de Readaptación Social Femenil, en Zacatecas, el 11 de agosto de 2012, y fue consignada por nueve delitos y el 19 de agosto el Juzgado Tercero de Distrito en Veracruz dictó auto de formal prisión.
Con el apoyo de su familia, el 21 de agosto consiguió su libertad profesional y en octubre, de ese mismo año, presentó su queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el 9 de julio de 2013, la CNDH le practicó el Protocolo de Estambul y demostró que había sido víctima de tortura.
Con el apoyo del Centro Prodh inició una batalla para demostrar que fue víctima de tortura, abuso de autoridad, allanamiento de morada y detención arbitraria, y ya logró que la Relatoría Especial de la ONU contra la tortura conociera su caso.