La conciencia de los periodistas honestos no interesa

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Sostiene el escritor Enrique Serna que le interesaba escribir la novela El vendedor del silencio, sobre el periodista Carlos Denegri “desde el interior de su conciencia en descomposición”. Lo mismo hizo o trató de hacer cuando escribió El seductor de la patria. En un entorno en el que los grandes hombres y los patriotas relucían, ¿por qué concentrarse en Antonio López de Santa Anna, el hombre que vendió buena parte de la patria? Cuando el periodismo estereotipado sostiene que las buenas noticias no venden, a Serna no le debe interesar penetrar en la conciencia de periodistas honestos porque estos son poco interesantes para hacer de ellos una novela vendible, ni pueden ser motivo para que un escritor profundice una investigación de largo alcance, como lo hizo en el caso Denegri. Mucho menos servir de puente para canonizar una carrera, cuando pueden exhibirse las muchas mañas que Denegri acuñó, como una extensión y continuación de un sistema que lo permitía. Y de paso mostrar la profesión de fe del que escribe. La novela les puede servir a muchos periodistas para lavar sus culpas, darse golpes de pecho porque no llegaron a tanto y sumarse a las diatribas contra Denegri, partiendo de que el grito ¡Al ladrón, al ladrón!, siempre crea inocentes. Los malditos son la materia adecuada para solazarse en ellos y lo vemos en la larga lista de dictadores, tiranos, déspotas, opresores, autócratas, totalitarios, caciques, que ha producido el mundo -sobre todo Latinoamérica-, y la buena materia de venta que han sido para los escritores.

EN LA NOTORIEDAD PERIODÍSTICA SIEMPRE GANA EL QUE SE VENDE
La corrupción en la prensa se da porque hay un sistema que la estimula. No se necesita ser un gran periodista -como dicen que Julio Scherer calificó a Carlos Denegri-; basta con moverse en la medianía de los sistemas noticiosos, saber conducir en ciertos casos oficinas de prensa o convertirse en columnista sin haber atravesado ese largo camino que se necesita para tener calidad de juzgar y señalar. La pluma que se vende se detecta de inmediato y es un gran servicio para un sistema que tiene mucho que ocultar. Algunos de los que sirvieron por décadas a los gobiernos priístas y panistas se mueven aún en medios que reciben presupuestos, acuden a los estados que gobiernan los partidos perdedores y hay oficinas de prensa en los poderes legislativos del país. El propio Serna los denuncia y se habla de más de 3 mil millones gastados en la época de Peña Nieto en publicidad, sobornos y embutes. La llamada “picada de ojos”, enriqueció a muchos jefes de prensa, sin que el afectado en la lista del chayote, lo supiera jamás.

GRANADOS, ALVARADO, BUENDIA, FLORES MAGÓN, NO SERÍAN NOVELA PARA SERNA
Enternecedores, dignos de elogio en su mayoría, son los más de cien periodistas que puso en su lista este año el Club Primera Plana. El reconocimiento el 20 de septiembre. No hay dinero de por medio, ni embutes ocultos, solo un diploma que el periodista que ha entregado su vida y por lo general vive de bajos salarios, colgará en la sala de su casa o en un despachito. La gran prensa de México no es corrupta. En los libros que consulté antes de escribir, están: Granados Chapa ( Editorial Planeta Mexicana S. A. de C. V. 2010) de Humberto Musacchio, Ricardo Flores Magón de Eduardo Blanquel, Salvador Alvarado, de Francisco J, Paoli y libros de José Revueltas, Efraín Huerta, de Manuel Buendía entre otros que revisé, periodistas de gran trayectoria que dieron importantes batallas en las comunicación -uno de ellos asesinado, Manuel Buendía y otro muerto en circunstancias extrañas, Flores Magón- y escritores que ejercieron el periodismo desde muchos frentes. En una de sus últimas cartas de agosto de 1921, Flores Magón encarcelado por sus luchas, en el penal de Leavenworth, Kansas en Estados Unidos, señala que nunca obtuvo riquezas, gloria, ni poder, “porque eso se obtiene solo atropellando los derechos de los otros”. Su vida tan llena de luchas, encarcelamientos y represión, no tiene interés novelado para venta, de ciertas editoriales. La muerte del oaxaqueño fue controvertida. Se dice que lo golpearon y finalmente lo ahorcaron. Solo tenía 49 años.