El mundo bizarro y la flaca memoria

El hartazgo, la impunidad y la corrupción son los ingredientes que amalgaman la informidad pública en contra del gobierno federal, principalmente.

Lo difícil de entender es que a menos de año y medio del fin de la era de Javier Duarte como ejemplo histórico de la catastrófica situación que dejó en bancarrota al estado de Veracruz, ahora hay quienes de un plumazo pretendan borra el pasado reciente.

La época del “duartazgo”, prevalece viva en el recuerdo de miles de veracruzanos que fueron víctimas además de un gobierno represor en el que se registraron record de desaparecidos y de periodistas victimados.

Después de la caída del PRI como consecuencia de los excesos de Javier Duarte y muchos de sus colaboradores y el beneficio por los desvíos de recursos públicos a amigos y familiares, está documentado y en autos, porque todo forma parte de los expedientes que se ventilan en procesos y en las carpetas abiertas  en la competencia federal y local.

Aunque, el cinismo de un personaje que está en la cárcel y sigue de forma locuaz interviniendo en la vida de un estado y de un país, sin efecto alguno, en donde se le conoce que en este momento y se destaca como el personaje más odiado y despreciado por propios y extraños, como consecuencia de los hechos inauditos que dejaron a millones de veracruzanos en la pobreza y sin empleo, resistiendo a un mandato que terminó unos meses antes, y después vino la detención en Guatemala.

Pero, lo que no se entiende de Duarte, es de litigar desde la cárcel y con todas sus canonjías   y privilegios, ahora se saca de la manga una demanda por daño moral que se constituye en un hecho que por demás es ilógico y hasta fuera de toda cordura.

Llama la atención, que con la aplicación de la ley, el gobierno estatal que se ha dado a la tarea en la recuperación y resarcimiento del extremo daño provocado a las finanzas públicas de los veracruzanos, ahora en los tiempos electorales, los detractores gratuitos y perdedores, que no aceptan la derrota y de la que no aprendieron la lección, ahora  pretendan hacer valida la teoría de percepción y realidad, cuando la gente en estos lares sabe de cada quien, el peso de su verdad.

Por eso, no extraña que como parte de la guerra sucia en los tiempos electorales se metan en la licuadora del duartismo, una vez más temas que a la gente les revuelve el estomago y además les afecta, porque se trató de un mandato en donde poco se hizo para detener el efecto que no sólo dañó a las finanzas públicas, sino que se afectaron programas de orden social como el de la salud y la educación, pero también el de la seguridad, que agobió a toda una población y a los propios visitantes.

Para la reflexión, es que ya con casi el gabinete del duartismo completo en la cárcel, se siga pensando en la exoneración con boletines de campaña electoral y lo más grave es que la defensa a ultranza desde quienes hasta lo combatieron hasta con denuncias, ahora se atrevan a decir en aras de una justificación injustificable, valga la expresión de que Duarte es inocente como el famoso Pepe el Toro, pero ya es tarde, la ley se está cumpliendo y el daño moral no tiene soporte, ni fundamento legal, cuando viene desde quien en la esquizofrenia del poder y de sus protectores lo hicieron creer el político del momento, para luego dejarlo a su suerte y enganchado en el bote.

Y lo peor aún, de quien se dice que gobernó, viendo películas, comiendo sus tortas traídas en helicóptero y palomitas, con la exquisitez de los vinos más caros del mercado, al más estilo del antiguo imperio romano, ahora se abone a un hecho en donde la gente ya quiere olvidar la tragedia y pasar a otra etapa de reconstrucción de los daños que se dejaron.

Por cierto, hay que recordar que antes a los maestros en tierras veracruzanas se les festejaba a “palos y corretizas” con la policía, ahora la cosa es diferente a los maestros con cariño se les pagan a tiempo salarios y pensiones, y muchos pendientes económicos que los pone al día. Felicidades a los mentores, gracias por su noble labor y muy ejemplar que se les reconoce. Así las cosas.