El dilema de AMLO y la historia

 

El dilema ahora es de creer o no creer en el próximo programa de gobierno de Andrés Manuel López Obrador y por supuesto hay quienes se convierten en peligrosos paleros aduladores y otros los críticos acendrados que se preocupan por lo que viene ya en los próximos seis años a partir del 1 de diciembre.

 

De todas partes, se dan los análisis, apuestas y opiniones en torno al político tabasqueño, que trae en la cabeza, el México de sus amores, en pocas palabras dice que va en contra de la corrupción, excesos de poder, injusticia social, impunidad, inseguridad y todo lo que ha significado a lo largo de más de ochenta años, la discriminación, maltrato y hasta de explotación de ricos y pobres en este país por igual.

 

Nadie escapa, a los excesos de los poderes facticos de la política que se han coaligado con el mal gobierno y todo lo que ha significado abusar del pueblo, entiéndase la gente común y corriente.

 

En la visión generalizada de la gente de todos los sectores de la población y en todo el país, se han encontrado con una gran mayoría de gobernantes, sí lo políticos que no se tocan el corazón para lastimar a la gente, con acciones de persecución desde las esferas de sus respectivas parcelas de poder.

 

Todos en general, desde los altos costos de los impuestos, servicios públicos, productos y aprovechamientos, valga la redundancia se dirigen a lastimar a los ciudadanos.

 

Contra todo lo malo de este país, es contra lo que la gente quiere que AMLO imponga la ley y el orden, y no es película, ni serie de televisión, se trata de la coexistencia pacífica, en donde hombres y mujeres, niños y jóvenes, cuando menos puedan caminar libremente por las calles y en la seguridad, cuando lo más peligroso se convierte en este momento en cualquier parte del territorio nacional, enfrentarse a algún uniformado o simplemente a un inspector de comercio con charola y licencia para robar.

 

Los sueños, ilusiones, esperanzas y hasta anhelos corresponden a una población sufrida, víctima de los poderosos que escondidos en las oficinas públicas, sólo maquinan como quitarle a la gente lo poco de sus ingresos y hasta sin misericordia de un mini-salario mínimo raquítico y paupérrimo que no llega a los noventa pesos.

 

El discurso agotado de López Obrador, ahora entra ya en menos de 45 días al terreno de los hechos y los líderes sindicales deben formarse para entrar a la cárcel, algunos o ceder en forma pacífica entregar sus parcelas de poder.

 

Bajo la lupa y hasta en el ojo del huracán estarán los ojos de todos en el orbe y principalmente de los mexicanos en torno a los primeros movimientos del tabasqueño que derrocó a los de Atlacomulco y se posiciona ya listo para entrarle al toro y tomarlo de los cuernos.

 

La gente quiere resultados, no estruendo, la gente quiere ruido o silencio, a saber, la gente quiere comer, disfrutar de un trabajo y de la familia, para la libre convivencia, las exigencias son muchas y el tiempo es corto.

 

También, que el carácter y el temple de quien va a gobernar este país después de EPN. debe dar muestras de ejercer el poder con sobriedad y jamás pensar en los grandes negocios para unos y para otros, sino simplemente buscar una vida en común y sin problemas.

 

AMLO es politólogo, licenciado en esta ciencia y conoce el terreno que pisa, por eso tiene presente ante todo que después de la revolución, nadie quiere regresar al “porfiriato” de lisonjas y bailes afrancesados, de glamur y de los excesos en perjuicio del pueblo. Además aquí la garantía es que su esposa Beatriz Gutiérrez y el él mismo, si saben de historia.

 

Entonces cual es el problema, a quienes se rasgan las vestiduras entre el antes y el después, por venir Así las cosas.