GUADALAJARA, Jal., 2 de noviembre de 2020.- Representante de una ancestral tradición culinaria que combina las creencias de los pueblos originarios y los conquistadores, el Pan de Muerto es una delicia y un orgullo que los mexicanos disfrutamos cuando se acercan los festejos del Día de Muertos, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad de acuerdo con la Unesco.

Como todo, con el paso de las décadas el Pan de Muerto ha cambiado, se ha combinado y vuelto a inventar, pero siempre regresa a sus orígenes, a ser parte inevitable de la ofrenda que ponemos cada año.

En búsqueda del más tradicional de Guadalajara, nos recomendaron el de la Panadería Don Pedro, vigente desde 1966 a unas cuadras de la Glorieta del Charro, su dueño, Luis Bernardo Martínez Flores la atiende con cariño y presume que es único porque lo fabrican al gusto de sus clientes, quienes llevan décadas y ya son sus amigos.

¿Qué es lo que distingue su panadería?
Yo creo que es el amor a hacer pan, es el amor a la tradición, a veces cuando nos preguntan qué es lo que hace que sigamos, es el respeto por saber hacer un pan, es un legado de mi padre, todos los hermanos, toda la familia estamos dentro de este negocio, ahorita estamos nada más una hermana y yo que somos los que estamos al frente, pero en sí todos los hermanos sabemos hacer pan.

¿Cuántos hermanos tiene?
Somos 11 en total, en paz descansen ya dos, pero de hombres metidos en esto, somos cinco, se dedican a la panadería también, en otros lados, claro, todos los dedicamos a la panadería.

Es decir que, si venimos a probar el Pan de Muerto, la empanada, ¿vamos a probar la receta de hace muchos años?
La de toda la vida, desde que empezó mi padre, mi padre empezó a los 17 años empezó a hacer pan en la Ciudad de México, nació en 1914, entonces, calcúlale cuántos años tenemos dentro de la panadería, más de 80 años dentro de la panadería, pero esta, establecida aquí, tiene 54 años.

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