La Ciudad de México, territorio  en riesgo.

El atentado que sufrió el secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, abrió varios frentes que están sobre la mesa de discusiones. Uno de ellos sería, indiscutiblemente, que el enemigo común reconocido es el CJNG. A este grupo, las autoridades lo señalan como el organizador, perpetrador y quien habría amenazado a varios funcionarios directamente en este sexenio.

El segundo hace alusión a las imágenes que circularon esta semana, en las cuales dos resaltan mediáticamente. Una de ellas es la de la visita de Claudia Sheinbaum al secretario, y en la cual la funcionaria reconoció abiertamente que los ataques dirigidos a Garcia Harfuch eran resultado de su desempeño frente a los grupos de la delincuencia organizada.

La siguiente imagen, corresponde a la de la visita del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera Santiago Nieto, donde aparecen junto a la ventana del cuarto de hospital, un chaleco antibalas y un rifle de asalto (Galil Ace 21 de última generación).

Parte de las conclusiones a estos hechos, después del atentado y de las imágenes publicitadas, son el reconocimiento expreso de la presencia de grupos criminales organizados en la Ciudad de México, que en años pasados fue negada o minimizada.

Tan es así que el secretario de Seguridad y Participación Ciuadana, Alfonso Durazo, se vio obligado hacer público que varios miembros del gabinete federal habían recibido días antes amenazas por “grupos de la delincuencia organizada” -sin especificar-, lo que invita a pensar en una situación de vulnerabilidad importante al no anticiparse a los hechos.

En esa misma línea, otra lectura es respecto a que los grupos criminales comienzan a cruzar los límites de espacio y territorialidad en la CDMX, puesto que con el atentado mostraron sus capacidades y organización, pese no consumar su objetivo principal. Las tres muertes ocurridas en ese hecho no pueden ni deben menospreciarse y calificar como fallida la agresión contra García Harfuch, quien además resultó con tres heridas de bala.

Y sobre la imagen de Omar García Harfuch y el titular de la UIF, la carta que se abrió sobre la mesa es que la autoridad está preparada para responder con la misma vara. También así respondió en un video el grupo criminal que insistió sobre su accionar contra el funcionario policial. Ello invita a pensar en posibles riesgos si se multiplican las confrontaciones directas de grupos criminales contra la autoridad y viceversa.

Se debe considerar que los grupos criminales cuentan con gran resiliencia y aprenden a moverse en el terreno, esa es una de sus facultades para perdurar, sin olvidar su capacidad de controlar rutas y circuitos, reclutamiento de nuevos miembros, construcción de bases sociales, infiltración en cuerpos policiacos y posicionamiento en zonas de alto impacto, con flujo de transeúntes y vehículos, de tal forma que no operan sin plan.

Nada bueno puede resultar de una confrontación directa en territorio de la CDMX, pues inevitablemente el nivel de riesgo crecerá en la capital del país y el número de víctimas aumentará. Sin embargo, parece ser que los grupos criminales comienzan a cruzar los límites de espacio en la ciudad y si las autoridades no actúan de manera adecuada el peligro de más y mayores enfrentamientos podría estar hoy más cerca de lo que imaginamos.