CD DE MÉXICO, D.F., 12 de septiembre de 2014.- La tendencia de la práctica del secuestro en México ha aumentado desde 2005, y hay pocas señales de que se pueda revertir en los estados más afectados por ese delito de alto impacto social, destaca un amplio análisis que publica este jueves el sitio especializado en seguridad In Sight Crime.

De acuerdo con los especialistas del sitio, el crecimiento del secuestro está íntimamente relacionado con la estrategia contra el crimen organizado del ex presidente Felipe Calderón que comenzó en 2006, el mismo año en que la tasa de secuestros en todo el país comenzó a experimentar un dramático repunte.

Si bien la estrategia permitió descabezar a muchos de los carteles de la droga más importantes de México, también provocó el surgimiento de nuevas organizaciones criminales más pequeñas, que han diversificado sus actividades y convertido a México en la capital mundial del secuestro, aseguran los analistas estadounidenses.

En 2005, México registró 278 denuncias de secuestros. En 2013, el primer año de la actual administración, se presentaron mil 698 casos, cifra 16 por ciento superior a la del año anterior, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), y a su vez representa un aumento de más de seis veces durante el periodo de ocho años.

Para In Sight Crime, en la actualidad se han presentado pequeños signos de mejora. El 2 de septiembre, mientras presentaba su Segundo Informe de Gobierno, el presidente de México Enrique Peña Nieto, anunció que los secuestros habían disminuido en 6,8 por ciento en lo que iba de 2014, en comparación con el mismo período del año anterior, y atribuyó la reducción a una nueva estrategia de lucha contra el secuestro puesta en marcha a principios de este año.

La cifra de Peña Nieto está basada en estadísticas del SNSP, que documentó 909 reportes de secuestro en las procuradurías estatales durante los primeros siete meses de este año, en comparación con 975 en el mismo periodo del año pasado.

Pero la llamada “cifra negra” -casos que no se denuncian por el miedo de las víctimas a las represalias, o debido a la falta de confianza en el sistema- cobra gran importancia en los casos de secuestro.

Un estudio gubernamental de 2012 sobre las percepciones de seguridad, estimó que el número real de secuestros en ese año podría haber sido superior a 100 mil. Más recientemente, la organización no gubernamental Alto al Secuestro, aseguró que durante los primeros seis meses de 2014 se presentaron mil 766 secuestros, en comparación con los mil 130 en el mismo período de 2013.

Más allá de los cuestionamientos a las cifras a un lado, lo que sí queda claro es que los estados con el mayor número de secuestros se encuentran entre los más afectados por los grupos criminales y los crímenes violentos. Muchos de los estados con el mayor nivel de secuestro -Estado de México, Guerrero, Michoacán y Tamaulipas- también están entre los más violentos de México.

Los secuestros han ido en aumento en Tamaulipas al menos desde 2005, pero se dispararon desde 2010, el mismo año en que los Zetas declararon la guerra a sus progenitores, el Cartel del Golfo. A pesar de que los secuestros se redujeron ligeramente durante un período de dos años, ahora están aumentando de nuevo y están en camino a superar las cifras del año pasado, con 158 investigaciones preliminares registradas hasta julio. Esto ha estado acompañado por un renovado aumento de la violencia en Tamaulipas durante este año, a raíz de la caída de algunos jugadores criminales clave.

En Michoacán -hogar de Morelia, la capital del secuestro- actualmente el gobierno central tiene que lidiar con un movimiento de autodefensas fuerte pero dividido, y con el grupo criminal de los Caballeros Templarios, que se nutre de crímenes como la extorsión y el secuestro.

Los elementos criminalizados de las fuerzas de autodefensa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) -los rivales de los Caballeros Templarios- también representan una amenaza importante.

En el vecino estado de Guerrero existe actualmente un movimiento de autodefensas que está mostrando signos de división, y también está tomando lugar la proliferación de grupos criminales más pequeños, con una fuerte presencia en lugares como Acapulco.

Recientemente, Morelos, que tenía la tasa de secuestros más alta de México en 2013, también ha visto como los grupos escindidos de cárteles se disputan el control, aunque tradicionalmente este ha sido uno de los estados más pacíficos -y solía tener las cifras de secuestros más bajas de la región central.

Mientras tanto, el Estado de México es presuntamente el lugar de una sangrienta lucha de poder entre cuatro carteles rivales.

También vale la pena observar que podría existir una correlación entre el número de secuestros denunciados y el grado en que una comunidad confía en las fuerzas de seguridad.

Cuanto menos confíe el público en la policía menos probable es que vaya a denunciar un secuestro, lo que podría reforzar la percepción de los criminales de que el secuestro es un negocio de bajo riesgo con altas recompensas.

En Tamaulipas, por ejemplo, las altas cifras de secuestro en 2013 estuvieron correlacionadas con una falta de confianza en la policía. Alrededor de un tercio de los encuestados en la más reciente encuesta de victimización del gobierno dijeron que veían a la policía como completamente ineficaz.

Mientras Peña Nieto declara un éxito en la reducción de los secuestros, algunos estados siguen representando los principales focos de conflicto. El gobierno debería revisar sus estrategias de seguridad en este sentido.

Acciones como la intervención de las fuerzas de seguridad federales -que se han implementado en Tamaulipas, Michoacán y Estado de México- no han demostrado tener resultados positivos de larga duración, y no consiguen hacer frente a los factores estructurales que permiten que crímenes como el secuestro prosperen.

También es claro que a pesar de la implementación de una estrategia anti secuestro, a México todavía le queda un largo camino por recorrer en cuanto a mejorar la comunicación interinstitucional y en cuanto a su transparencia en términos de documentar mejor el secuestro, para así poder enfrentar mejor la impunidad con la que goza este crimen.